Mateo 22, 34-40

Lectio divina de Mateo 22, 34-40

Oración inicial

Ven, Espíritu Divino manda tu luz desde el cielo.

Padre amoroso del pobre; don, en tus dones espléndido; luz que penetra las almas; fuente del mayor consuelo.

Ven, dulce huésped del alma, descanso de nuestro esfuerzo, tregua en el duro trabajo, brisa en las horas de fuego, gozo que enjuga las lágrimas y reconforta en los duelos.

Entra hasta el fondo del alma, divina luz y enriquécenos.

Mira el vacío del hombre, si tú le faltas por dentro; mira el poder del pecado, cuando no envías tu aliento.

Riega la tierra en sequía, sana el corazón enfermo, lava las manchas, infunde calor de vida en el hielo, doma el espíritu indómito, guía al que tuerce el sendero.

Reparte tus siete dones, según la fe de tus siervos; por tu bondad y tu gracia, dale al esfuerzo su mérito; salva al que busca salvarse y danos tu gozo eterno. Amén.

Lectio

Del Evangelio según san Mateo 22, 34-40

Mas los fariseos, al enterarse de que había tapado la boca a los saduceos, se reunieron en grupo, y uno de ellos le preguntó con ánimo de ponerle a prueba: «Maestro, ¿cuál es el mandamiento mayor de la Ley?» Él le dijo: «Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente. Este es el mayor y el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. De estos dos mandamientos penden toda la Ley y los Profetas.»
Palabra del Señor.
Gloria a ti, Señor Jesús.
Vuelve a leer detenidamente el texto y pregúntate: ¿Qué dice el texto? ¿Cuáles son las palabras o frases o actitudes que atraen tu atención?

Meditatio

a) Contexto en el que este texto aparece en el Evangelio de Mateo:

Se trata de una de las muchas discusiones de Jesús con las autoridades religiosas de aquella época. Esta vez es con los fariseos. Antes, los fariseos habían intentado desacreditar a Jesús entre la población arrojando sobre Él una calumnia, según la cuál, estaba poseído del demonio al que arrojaba en nombre de Belzebú (Mt 12,24). Ahora, en Jerusalén, ellos entran otra vez en discusión con Jesús en torno a la interpretación de la ley de Dios.

b) Comentario del texto:

Mateo 22,34-36: Una pregunta de los fariseos


Antes, para poner a Jesús a prueba, los saduceos habían hecho una pregunta sobre la fe en la resurrección, pero fueron duramente refutados por Jesús (Mt 22,23-33). Ahora, son los fariseos los que pasan al ataque. Fariseos y saduceos eran enemigos entre sí, pero se convierten en amigos en la crítica contra Jesús. Los fariseos se reúnen y uno de ellos pasa a ser el portavoz con una pregunta de aclaración: “Maestro, ¿cuál es el más grande mandamiento de la ley?” En aquel tiempo los judíos tenían una cantidad enorme de normas, costumbres, leyes, grandes y pequeñas para regular la observancia de los Diez Mandamientos. Una discusión en torno a dos mandamientos de la ley de Dios era un punto muy discutido entre los fariseos. Unos decían: “Todas las leyes tienen el mismo valor, tanto las grandes como las pequeñas, porque todo viene de Dios. No nos compete introducir distinciones en las cosas de Dios”. Otros decían: “Algunas leyes son más importantes que otras y por lo tanto más obligatorias”. Los fariseos quieren saber la opinión de Jesús sobre este polémico tema.

Mateo 22,37-40: La respuesta de Jesús:

Jesús responde citando algunas palabras de la Biblia: “¡Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente!” (Cf. Dt 6,4-5). Al tiempo de Jesús, los judíos que se consideraban piadosos recitaban esta frase tres veces al día: por la mañana, a mediodía y por la tarde. Era una plegaria bastante conocida entre ellos, como lo es hoy para nosotros el Padre Nuestro. Y Jesús cita de nuevo el Viejo Testamento: “¡Éste es el más grande o el primer mandamiento. El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo” (Lev 19,18). Y concluye: “De estos dos mandamientos penden toda la ley y los profetas”. Dicho con otras palabras, ésta es la puerta para llegar a Dios y al prójimo. No existe otra. La más grande tentación del ser humano es la de querer separar estos dos amores, porque así la pobreza de los otros no inquietaría para nada su conciencia.
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es tu meditación, tu reflexión personal?

Oratio

Señor Jesús, te damos gracias por tu Palabra que nos ha hecho ver mejor la voluntad del Padre, que quiere que le demostremos nuestro amor, amando a nuestros hermanos.

Te pedimos perdón por las veces que hemos sido insensibles ante las necesidades de nuestro prójimo.

Haz que tu Espíritu ilumine nuestras acciones y nos comunique la fuerza para actuar de acuerdo a lo que Tu Palabra nos ha hecho ver.

Y finalmente, haz que nosotros como María, tu Madre, podamos no sólo escuchar, sino también poner en práctica la Palabra.

Tú que vives y reinas con el Padre en la unidad del Espíritu Santo por todos los siglos de los siglos. Amén.

Siguiendo el mensaje de este texto, ¿qué le quieres decir al Señor con tus propias palabras?

Contemplatio

Selecciona una frase que te ayude a interiorizar la Palabra de Dios:

«Amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu mente, y amarás a tu prójimo como a ti mismo»

La repetimos varias veces durante el día para interiorizarla.
Quédate impresionado, fascinado, en silencio, en calma. Déjate animar por el ardor de la Palabra, como quien recibe el calor del sol.
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la palabra o frase o párrafo o actitud que te ayuda a recordar este texto?

Actio

¿A que me comprometo con Dios?
Siguiendo el mensaje de este texto, ¿Cuál es la acción concreta que te invita a realizar?
Hoy me comprometo a demostrar el amor que le tengo a Dios, a través del amor hacia el hermano